16. El Escorialín

16. El Escorialín

Antes de seguir creo que debo dar un apunte de las cosas de mi suegra, sus planteamientos y su carácter, creo que analizando a las personas el lector puede sacar apuntes para comprender ciertas personalidades nocivas y defenderse de ellas, debo decir que mi mujer Matilde, era hija de Filomena Ferrera y Peña, su padre al que no conocí se llamaba Fermín y creo que de vez en cuando quedan signos no casuales y que los nombres marcan a los que los usan, e incluso que a veces son premonitorios.

Creo que al que hubiera sido mi suegro, Fermín, cuando lo bautizaron y lo encomendaron a San Fermín, que fue un santo mártir del Imperio Romano, al que le cortaron la cabeza, le abrieron un camino hacia el martirio. 

Fermín para cumplir ese destino debía tomar ciertas decisiones, pero al casarse con Filomena, mi suegra, quedó definitivamente destinado. Ya su madre estaba horrorizada de esa boda y la de los demás hijos con asturianas, ella quería nueras vizcaínas, se refería a las de las familias de las Fábricas de Armas, estas gentes habían hecho un alianza o pacto no escrito de casarse entre ellos y ayudar en su progreso a los que no se salieran de las alianzas dentro de ese colectivo. 

La razón que aducía la abuela paterna de Matilde era que las asturianas eran unas descaradas, no me atrevo a decir o negar que tenía razón, pero sí creo que sus hijos escogieron lo peor de lo peor para esposas y hubo elecciones peores que la del pobre Jacinto, más adelante le dedicaré un rato a los parientes de mis hijos.

Ya os dije que yo no conocí al que hubiera sido mi suegro de haber sobrevivido, murió en la Guerra de Cuba, al parecer de fiebres tropicales, eso aseguraba Filomena. Él, como mi padre, también habría aprovechado la ocasión de ir a Cuba huyendo, eso pienso, pero supongo que él huyó de su esposa que era una persona capaz de hacer la vida difícil a cualquiera que se pusiera cerca. Decía de él la suegra de mi padre, que lo conocía, que era un borracho. Mi esposa que no deforma la verdad me dijo que su padre a veces, en Sevilla, se había consolado con la botella, eso hubiera hecho cualquiera en su situación, pero que no creía que tuviera una especial dependencia de la bebida.  

Jacinto era de un linaje algo ilustre dentro del ámbito de los vizcaínos, como se los llamaba, por ser nieto de una de las tres personas que gerenciaron la implantación de la fabricación de armas en Asturias. Como ya dije, su sepulcro todavía puede ser visitado en Trubia.

NOTA. Aquí debo hacer un apunte, vuelvo a escribir yo, Joaquín Echeverría Alonso. El comienzo de la gran Fábrica de Armas en Asturias, se debió al temor de la Corte a que España perdiera los territorios vascongados, después de la guerra contra la Convención, es decir, contra la Francia Revolucionaria. Las tropas francesas entraron hasta el río Ebro y sólo devolvieron ese territorio al firmar España la Paz de Basilea (1795)

Volviendo a nuestra historia, como decía anteriormente la madre de Matilde temió sufrir un descalabro con nuestra boda, ya que Matilde aportaba unos ingresos a la casa, que desaparecerían al salir de ella. Nos convenció, más bien convenció a Matilde que juntáramos nuestras economías. Eso duró hasta que ella pensó que vivirían mejor si dejábamos de compartirlas.

Mi suegra, a todo esto, tampoco me devolvió el dinero del crédito que yo había contraído con Manuel, yo estaba avergonzado, pero Manuel nunca me lo recordó, hasta que conseguí devolvérselo con el reembolso de las acciones de la Comparativa, pero eso lo trataré más adelante cuando hable de la “serpiente tentadora”.

Hay un personaje en esta historia que ya salió a colación, es Gene, la tía Gene, para mis hijos y nietos, que era una maravilla de cariño con sus sobrinos, cuando sacó la oposición ejerció algo de tiempo, pero al poco dejó la escuela y se dedicó al quiosco que era más rentable.

De vez en cuando la fortuna toca o vuelca una parte de su cuerno sobre algunos de nosotros y solemos creer que es nuestro mérito el que proporcionó ese golpe de suerte. A Filomena la tocó, fue tocada por la diosa Fortuna en una remodelación de la calle Uría y de la plaza de la Escandalera, el ayuntamiento de Oviedo en la esquina del parque de San Francisco hace un pequeño edificio, con quioscos para limpiabotas, floristería, estanco y puesto de periódicos. Así el ayuntamiento de Oviedo quitó el quiosco de mi suegra, que estaba en la plaza de la Escandalera y la instaló en la esquina del Parque San Francisco.

Ese edificio tardó mucho en acabarse y la gente decía que era la obra del Escorial y de ahí que se le llame el Escorialín. Como sabéis, el quiosco de prensa fue luego regentado sucesivamente por mi suegra, por Gene y por otros parientes, pero el momento próspero se acabó al aumentar el trafico, la necesidad de poner semáforos desvió el tránsito de los viandantes que ya no pasaban tanto por delante.

Anterior
Anterior

17. La Gripe Española (copia)

Siguiente
Siguiente

15. Los últimos días de mi padre.