17. La Gripe Española (copia)
17. La Gripe Española
Os contaba que mi hijo Enrique estaba en casa protegido de las inclemencias de la calle, después de sufrir la plaga que se desencadenó en la primavera de 1918, que se llevó a la tumba a cerca de 40 millones de personas en todo el Mundo. En España, sus repercusiones fueron espantosas; al parecer murieron unas 300.000 personas. Enrique cayó enfermo y estuvo muy grave, pero lo que nos asustó y por lo que lo sobreprotegimos fue por la muerte en unos pocos días del bebé de la casa, se llamaba María Teresa, murió en diciembre de 1920, no lo esperábamos.
Vivíamos en el entorno de la calle de La Lila de Oviedo. Allí murieron casi todos los niños que se contagiaron, Enrique sobrevivió, pero estuvo mucho tiempo muy delicado y sin ir a la escuela.
En ese tiempo Enrique fue muy mimado por su madre y pasó temporadas de no salir de casa durante meses. Esas fechas coinciden con los últimos meses de la vida de mi padre, que se produjo en nuestra casa. Muerto mi padre meditamos sobre lo que estábamos haciendo con Enrique y decidimos tratarlo como uno más y que sucediera lo que tuviera que suceder. Enrique me contó, en su última visita a Oviedo, que mi padre no lo soportaba, al parecer lo consideraba un niño consentido y Enrique piensa ahora que el abuelo Bernardo tenía toda la razón.
El aburrimiento de Enrique en esas fechas debió ser descomunal, aunque su madre debió vivir muy pendiente de él. Debajo de nuestra casa había un parvulario donde los niños recitaban el abecedario y Enrique se lo aprendió de memoria. A alguien se le ocurrió darle un abecedario y aprendió a identificar las letras cantándolas y pasando el dedo.
Después cuando vi que se las sabía le traje un librito con los mismos caracteres y comparando letras y preguntando algo, aprendió a leer por su cuenta. Las primeras páginas del libro terminaron ilegibles de la mugre del dedo y aunque lo debió leer entero muchas veces, las últimas estaban menos sucias. Entonces nuestra casa no tenía tantos libros como tenemos ahora.
Ahora pienso que para el niño, para Enrique, su abuelo era un desconocido y lo contemplaría como un invasor y era por eso por lo que no era especialmente simpático con él, al tener esa percepción, además supongo que cuando mi padre contaba historias descaradas o sórdidas lo echaría del cuarto y Enrique se sentiría excluido. Pero me consta que enrique aprendió alguna que otra canción báquica y también el Himno de Riego con letra apócrifa, también me consta por nuestras últimas conversaciones que se enteró de más historias de las que suponía su madre, los niños son una esponja, lo adsorben todo.
Cuando Enrique empezó a ir de forma regular a la escuela recuperó rápidamente el retraso académico y pasó a relacionarse bien con los niños de la calle. Su hermano Juaco con su atractivo, su carácter expansivo, lo incorporó a sus grupos de amistad y Enrique simpatizó con los hijos del señor Mármol de edades próximas a la de él, en particular de los gemelos.