19. La gallera de la calle de la Lila.

19. La gallera de la calle de la Lila.

 

Pelea de gallos en Londres, c. 1808.

Thomas Rowlandson (1756–1827) and Augustus Charles Pugin (1762–1832) (after) John Bluck (fl. 1791–1819), Joseph Constantine Stadler (fl. 1780–1812), Thomas Sutherland (1785–1838), J. Hill, and Harraden (aquatint engravers)[1] - File:Microcosm of London Plate 018 - Royal Cock Pit.jpg

Royal Cock Pit

 

Por dar una última pincelada de esta curiosa familia. 

Recuerdo que dio que hablar a los desocupados del barrio, que por el año 30 la esposa del señor Mármol fue enviada a un hospital para lo que vino a recogerla una ambulancia, no recuerdo que mal la aquejaba pero en la calle se dijo que habían entrado en quiebra y que se habían inventado esa historia, “los van a desahuciar y para ahorrarle el disgusto de verse desahuciada estando en casa”.

Esto de la pelea de gallos me recuerda una historia que me contaba Enrique. En la calle la Lila también tenía esa familia una gallera donde se criaba y entrenaba gallos de pelea. Yo nunca participé en ningún tipo de juegos ni apuestas, ni siquiera de cartas y convencí a mis hijos de que no jugaran ni apostando alubias, en mi casa nunca hubo “cartas”. Pero a mi hijo Enrique siendo pequeño, las temporadas que estaba mejor, le gustaba visitar la gallera y como era un niño respetuoso y de buena conducta era bien admitido. Los gemelos eran hijos del dueño, pero no eran tan bien admitidos, pero claro es que eran muy trastos.

Me contó Enrique que a él lo dejaban entrenar a los gallos para prepararlos físicamente para el combate. Consistía en hacerlos andar dando giros empujándolos con un palo a derecha e izquierda desde detrás, para que ejercitaran los músculos de las patas. Decía Enrique que había un gallo viejo que no veía, se llamaba Cáceres, tenía cataratas, no lo habían sacrificado porque era una institución allí, decían: -“Hizo tablas con el Fenómeno de Avilés”. 

Lo cierto es que este gallo llevaba una vida plácida porque se lo respetaba, “los gallos jóvenes no desafían a los que fueron jefes” en la gallera”, eso dice Enrique, por lo demás, sigo repitiendo lo que me contaba Enrique, que el gallo Cáceres era la dignidad materializada en un ser vivo, indiferente a lo que lo rodeaba, si un niño lo molestaba seguía impávido, sin mostrar el más mínimo gesto, era la admiración de Enrique y os aseguro que eso no es poco.

Me da miedo cansar al lector con tanta digresión, pero hay otra anécdota que incluye a un nombre de todos conocido. Se cuenta que en la partida, creo que de dominó, de las tardes en la que estaban además de Mármol, Clarín y algunos otros prohombres de Oviedo. Al parecer Clarín, creo que era este el protagonista de esta anécdota, tenia muy mal perder y aunque sólo se jugaban el café y la copa o lo que tomaran, Mármol se reía de los berrinches de Clarín. Un día le dijo Clarín: 

-Sr. Mármol a usted no le importa esta cuenta, porque para usted es una fruslería, pero yo no tengo sus posibles, no sabe lo que me gustaría jugar contra usted algo que fuera para usted importante-.

-Pues nada señor Alas, apostemos la cabeza y el que pierda, pun.

Dijo esto remedando un disparo en su sien.

-Clarín se puso rojo, empezó balbuceando para terminar diciendo:

-Si yo tuviera una cabeza como la suya tampoco me importaría jugármela. Lo que acabó con las risas de todos, la de Mármol, supongo que menos natural que la de los demás.

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