31. La Academia San Isidoro.
31. La Academia San Isidoro.
El mercado del Fontán estaba a escasos metros de la Academia San Isidoro, nuestra preocupación era que hasta que abriéramos los niños de la academia no molestaran a los comerciantes de la plaza.
En 1927, estudiando Juaco tercero de Magisterio, fue contratado para dar algunas clases a niños en un colegio privado de nombre Academia San Isidoro, que impartía estudios hasta completar el nivel de bachillerato. Los alumnos debían examinarse como alumnos libres en el Instituto. Juaco comenzó dando unas clases y en seguida consiguió que contrataran a Enrique también.
Además por aquellas fechas a Enrique le salieron clases particulares de preparación de Oposiciones de Magisterio, explicaba matemáticas a los alumnos de Emilio Olmo, que era un maestro que tenía una especie de academia de preparación de oposiciones de Magisterio. Enrique era estudiante de segundo de Magisterio, pero Olmo había tenido noticias de él y lo había contratado, este personaje aparecerá de nuevo más adelante en esta crónica, ya que tuvo un protagonismo secundario en la republica, en la Guerra y la Posguerra. Hay personas que siempre caen de pie.
Nota introducida por mí, Joaquín Echeverría Alonso, veo a mi abuelo muy prudente, que deforma el nombre y apellido de quien él llama a Emilio Olmo, se ve que no quiere compromisos. Hoy después de quitar los nombres de personas que tuvieron cargos en el franquismo, se conserva entre los nombres públicos de Oviedo el auténtico de este “Emilio Olmo” y la calle dedicada a Valentín Masip, que fue alcalde de Oviedo en los momentos más duros de la dictadura, no sé si el caso de este último es por motivo de que estaba casado con una mujer de la familia Herrero, o porque su hijo fue prócer en el PSOE y se respeta la calle de su padre.
Más adelante volverá mi abuelo, a hablar de él, de Olmo, porque curiosamente al comenzar la Guerra se hace cargo de la oficina de Falange, al haberse movilizado todos los falangistas afiliados, aunque sus inclinaciones políticas estaban más con los socialistas hasta ese momento, son las curiosidades de la vida. Aun hoy en Oviedo hay un grupo escolar que lleva su nombre.
Vuelvo a lo escrito por mi abuelo
Enrique también tenía alumnos particulares, por ejemplo, en casa de una amiga de Matilde daba clases a un maestro de unos treinta años que preparaba oposiciones y cuando llegaban visitas los presentaban como si Enrique fuera el alumno. Como dato curioso diré que el alumno treintañero era jorobado. Como sabéis muchos de los maestros de aquellas fechas eran personas con defectos físicos, cuyas familias veían la enseñanza como una de las pocas actividades para las que eran útiles.
Por esas fechas se convocó oposiciones para Maestro Nacional que pasaron a la historia con el nombre oficioso de “Las Oposiciones de la Incompetencia”. A la sazón era Director General de Enseñanza Primaria un señor apellidado Villalobos y parece ser que tenía dos sobrinas que llevaban años y años opositando y no aprobaban ni a la de tres. En los requisitos, más bien en los méritos calificados, se exigía haber suspendido varias veces y no sé qué otros disparates más. Se argumentaba en el preámbulo que por no ser capaz de superar un examen de oposición, no necesariamente tenían por qué ser estas personas peores maestros.
En la relación de aprobados publicada aparecían las sobrinas del Director General. Sus números eran creo el 112 y el 164 o así. Se publicó la prioridad para elegir destino y curiosamente por no sé qué extrañas razones tenían prioridad desde el número 110 en adelante.
Volviendo al relato, Juaco fue a clase a la Escuela Normal coincidiendo con la Oposición de la Incompetencia y aseguraba que los pasillos de la Escuela de Magisterio estaban repletos de cachabas y bastones de todo tipo. En esas oposiciones vieron el cielo abierto muchos opositores que habían perdido la esperanza y hubo muchos más candidatos de los que venia habiendo.
Pasado un tiempo Enrique y Juaco fueron tomando más horario en la academia San Isidoro. En este tiempo Joaquín acabó Magisterio, opositó obtuvo la plaza de Maestro Nacional, terminó el Bachillerato y estudió la carrera de Ciencias Químicas. También Enrique hizo la carrera de Magisterio, terminó el Bachillerato y estudió Ciencias Exactas. En realidad Juaco termino acumulando multitud de títulos, entre otros es Doctor en Ciencias Químicas, Psicólogo, Perito Mercantil, Asistente Social y no se cuantos más. A mi me parece que el coleccionismo aunque sea de títulos no deja de ser una manía como lo es ser coleccionista de sellos, de vitolas o de minerales, pero Juaco es así y su esfuerzo le ha requerido esa acumulación de conocimiento y títulos.
Recojo una carta que nos envía mi hermano Manuel en la que recoge que mi hijo Manolo ya se ha casado, que está trabajando, ya era funcionario de Hacienda y colaboraba en la Academia San Isidoro. Es muy interesante por la descripción que hace de la crisis económica que padece estados Unidos. Esta carta tiene el interés de ver cómo veía nuestra familia mi hermano, el siempre pensó que debiéramos habernos ido a América porque en España él no veía ningún futuro, la carta expresa un cierto cambio en su criterio.
19320527 27 de mayo, 1932
Querido ahijado y sobrino: he recibido la carta que incluiste en la de tu papá y noto que además de tu destino estás dando clases en horas que tu trabajo regular ha terminado. Me gusta mucho observar que eres tan trabajador, pero, hijo, no te excedas al punto que pueda perjudicar en tu salud.
A tu papá escribo la razones porque ahora no me es posible aceptar vuestra invitación tan cariñosa de ir a pasarme una temporada con vosotros, que no es otra cosa en el fondo si no esta crisis tan honda, la ruina que ha traído consigo es lo más grande que recuerdo en mi vida. La propiedad, las inversiones en valores comerciales, etc. No valen absolutamente nada, pues todo el mundo está en pánico y no compran si no lo más necesario para ir tirando hasta ver cómo tal situación finalmente termina.
Claro está que ante tal actitud la paralización completa.
Dicen muchos que esto es más bien una enfermedad mental (psicológica) que afecta al mundo entero y tal vez sea verdad, pues por ejemplo este país tiene todas sus riquezas en minas, fábricas, ferrocarriles vías de comunicación etc, hoy lo mismo que hace cuatro años, cuando todos eran millonarios y el monte todo era orégano. Artículos de comestibles y todas clases de productos están acumulados por todo el país en cantidades inmensas y por otro lado hay probablemente aquí como 30 millones de almas sufriendo miseria por falta de ahorro para comprar aquello mismo que tanto sobra; luego algún eslabón ha fallado en la cadena de distribución, para que un cierto elemento posea tanta mercancía sin poderla vender y por otro lado el otro elemento necesitado de todo eso que no lo pueda tener por falta de recursos con que comprarlo. Este es un problema social tan hondo que nadie sabe cómo arreglarlo y solo el tiempo lo nivelará de algún modo.
Le dices a tu esposa que tengo muchos deseos de conocerla y que algún día todavía me voy a salir con este gusto. En cuanto a ti siempre guardo gratos recuerdos de tu carácter tan bueno y tan agradable y otra vez te deseo un futuro próspero y feliz en tu nuevo estado.
La esposa de tu primo te envía sus cariños y también para tu esposa y ambos reciban los de vuestro tío Manuel
Esta otra carta de la misma fecha cuenta su situación y refleja con mucha claridad las consecuencias de las crisis del 29 en los Estados Unidos.
En España durante la República la calle se volvió muy insegura y uno de los socios de la academia decidió vender su parte, el 50%, para retirarse a una vida de menos relaciones con la gente. Le ofreció su parte a Enrique, que fue el que figuró como copropietario y pasó a ser el jefe de estudios. Pablo también se incorporó a dar clases en la academia. Los horarios de Enrique y Pablo eran de lunes a sábado, de 9 a 19 con dos horas para comer. Juaco además de la academia iba a clases a Químicas, por lo que hacía menos horario, mi hijo Manolo y Manuel S, esposo de Adelaida, apoyaban dando alguna clase y cuidando estudios.
Fue esa la época en que pasamos a defendernos bien económicamente. Compramos la casa de Teatinos a una prima de mi mujer. Ignoro el parentesco real, esta prima era de las familias vascas de la Fábrica de Armas y ya os he dicho que eran muy endogámicos y se trataban de primos entre ellos.
Vuelvo a ser Joaquín Echeverría Alonso el que escribe, para introducir una información curiosa. La prima de mi abuela Matilde que le vendió la casa, desconozco el nombre y apellido de su prima, que por otro lado sospecho era un familiar bastante lejano pero del grupo de los “vizcaínos” de las fábricas de armas. Dos de sus nietos fueron personas muy conocidas. Uno de ellos fue un gran jugador de fútbol titular de la selección española y que para su desgracia fue secuestrado por la banda terrorista ETA, se apellidaba Castro. Su hermano que era apodado por el apellido fue un gran portero del Sporting de Gijón y siempre estará en mi memoria, porque dio su vida por salvar a unos niños que se estaban ahogando en la playa de Pechón en el límite de las provincias de Oviedo y Santander. Él salvó a los niños, pero a él extenuado se lo llevó el mar sin ser socorrido y se ahogó.
En resumen mis familiares que lean esta crónica pueden presumir de ese lejano parentesco con estos dos héroes del Deporte Español, y además con más razón sentirse pariente de Castro es para presumir un rato, porque fue un héroe con todas las letras.
Como anécdota os cuento que Enrique compró una moto, para que Juaco persiguiese a su novia y a sus padres, en las excursiones dominicales de ellos. Entonces los papás de la pretendida le ponían pegas. Tenían automóvil, en Oviedo había pocos, y pasaban el domingo en alguna villa litoral. Años después, después de mucho sufrimiento de Juaco, cuando la familia de la novia dejó de tener reparos, Juaco perdió el interés, pero eso lo veremos más adelante incluso con prueba documental. La moto la compró Enrique y estaba a su nombre, como más adelante el alquiler del tercero de Martínez Vigil, pero ya hablaré de esto. Estas pinceladas de como hacíamos las cosas, dan muestras del carácter de cada uno.
Enrique era impulsivo y al oír a Juaco quejarse de que los padres de Pilar se la llevaban lejos los domingos, compró la moto, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, y le dijo: -Si no la puedes seguir será porque no quieres.
A todo esto, Juaco, como ya dije, en cuanto acabó los estudios de Magisterio se presentó a oposiciones y obtuvo la plaza de Maestro Nacional. Tomó posesión, pero en seguida pidió la excedencia, ya que el trabajo en la Academia San Isidoro era mucho más rentable y le dejaba mucho más tiempo para asistir a clases y a las prácticas en la Facultad de Químicas.
Una vez conseguida la plaza de maestro nacional con escuela Juaco, pide la mano de la Pilar que ya he nombrado. Sus padres le dicen que es demasiado joven, la verdad es que lo era. Pilar había sido alumna de la academia San Isidoro y en esa fecha no recuerdo bien si ya había acabado sus estudios de bachillerato o si seguía siendo alumna. A este noviazgo le dedicaré más tiempo cuando en las cartas del año 1938 aparecen las quejas de Juaco y sus afanes con relación a su vida sentimental, pero ya llegará ese momento.
Fueron buenos tiempos para la casa y una vida esclava para Pablo y Enrique, que no hacían otra cosa que trabajar y estudiar, el resto vivíamos sin apreturas y no mal hasta que llegó la Revolución del 34, ese golpe de estado que seguimos pagando tantos años, con una guerra cruenta y la miseria subsiguiente, por no hablar de vidas humanas perdidas por muerte violenta y miseria.
Juaco y Enrique hicieron su Servicio Militar como “soldados de cuota”, en el mismo reemplazo, ambos fueron promovidos al grado de sargento, que ejercieron unos meses y luego obtuvieron el grado de alférez y se licenciaron sin llegar a ejercerlo durante el Servicio Militar.
Como los lectores podéis ignorar que es un soldado de cuota introduzco un comentario para aclararlo porque no deja de ser interesante saber como funcionó el Servicio Militar hasta la Guerra Civil, además hay mucha confusión en esta materia, se oyen versiones para poner de manifiesto el privilegio de algunos, pero las cosas fueron como fueron y justo es recoger la verdad de cada cosa.
Creo hay confusión y polémica en nuestra sociedad y muchos se confunden al enjuiciar hechos por desconocimiento. Había tres tipos de servicio militar.
-El ordinario, que consistía en ser movilizado y realizar un periodo de instrucción para luego pasar a ser soldado efectivo previa jura de bandera.
-El de cuota que consistía en realizar una instrucción en una academia privada y después examinarse, si se aprobaba se incorporaba uno directamente al periodo de jura de bandera y por ello se ahorraba el soldado un tiempo de servicio militar, el tiempo que requería instrucción previa al servicio de armas. Esta modalidad exigía el pago de una cierta cantidad de dinero y asistir, como ya he dicho. a una academia donde se aprendía lo necesario para aprobar el examen de instrucción militar.
-Por último había personas que compraban los servicios de un soldado que sustituía al pagador, que de ese modo no hacía la mili. En los cuarteles había soldados “reenganchados” que por el pago recibido y la manutención que proporcionaba el cuartel sustituían al mozo que no se movilizaba.
Tengo que decir que cualquiera de mis hijos podría no haber hecho la mili, como no la hacían en general los hijos de mis compañeros, si se hubieran alistado como cornetas. De ese modo hubieran cobrado algún dinero, sin ir al cuartel para nada. Pero yo siempre opiné que era un disparate, ya que de vez en cuando llegaba un coronel nuevo a la plaza y movilizaba a todos los cornetas camuflados. Nunca quise exponer a mis hijos a la situación de ser cornetas.
Yo había sentado plaza con 15 años y conocía bien los cuarteles, los conocía desde abajo y sabía que las ordenanzas apócrifas de Carlos III decían de los cornetas: -Para que esa vil canalla no se confunda con mis bravos soldados llevarán una sardineta en la bocamanga-. Nunca hubiera querido que mis hijos se hubieran visto contagiados de los malos usos de los “turutas”.
Como anécdota diré que cuando Juaco y Enrique fueron a aprender la instrucción descubrí que el instructor era un capitán de ingenieros, no me pude contener cuando me dijeron el nombre, les dije:
-Pero si ese capitán es de ingenieros. Ellos estaban sorprendidos, les dije: -No sé que os podrá enseñar. Tal vez fui injusto pero los de infantería sabemos que los de ingenieros aunque usen fusil pertenecen a un cuerpo, no a un arma.
Hay una anécdota que incluiré porque dice mucho del carácter y seguridad de mis hijos y su forma de ir por la vida, complicándosela a veces de forma innecesaria.
Siendo sargentos Enrique y Juaco, Juaco opinaba que los sargentos profesionales ejercían ciertos privilegios en el reparto de servicios. No recuerdo cuál era el agravio, pero sé que Juaco no lo admitía y un día le dijo a Enrique que la primera vez que le tocara semana, en el relevo le iba a contar las sábanas al sargento saliente. Al parecer en los relevos el sargento entrante le venía firmando al saliente que en la compañía había 200 sabanas, pero parece ser que cuando se entregaban en la lavandería el recibo decía que había 99 sabanas y media, sin broma se ponía y media porque había una a la que le faltaba un trozo.
El problema estribaba en que el saliente era responsable del material que faltara en los recuentos. El sargento saliente era un profesional, se sorprendió, pues de sobra era sabido el asunto de las sábanas y siempre se venía firmando la ficción oficial.
El problema llegó al capitán de cuartel, al comandante de día y por fin al coronel jefe del regimiento.
Durante una hora estuvieron contando sabanas Juaco, el sargento saliente, el capitán de día y el comandante de día. Todos sabían sobradamente que no había más que 99, pero en el recuento intentaban que Juaco se rindiera en la reivindicación. Yo supongo que los oficiales implicados compraron en el economato militar las sabanas y las repusieron a su costa, pendientes del apaño que les permitiera recuperar ese adelanto.
Aunque sea adelantarme en el tiempo, tengo que decir que la revolución del 34 que provocó más de 1500 muertes y un gran odio en la sociedad, dividiendo y malquistando de forma muy grave a los españoles tuvo para nosotros unas consecuencias positivas a corto plazo. Uno de los socios de la academia decidió vender el 50 %, que estaba en sus manos y se lo ofreció a mis hijos, Enrique fue el que negoció la compra y pasamos a ser propietarios del 50 %, Enrique pasó a ser el jefe de estudios de la academia, que pasó a constituirse en una fuente de ingresos importante, ya que pasaron a colaborar más ampliamente Juaco, Pablo y Enrique y también colaboraban mi hijo Manolo y mi yerno Manuel S.
Mas delante detallaré este asunto, por qué ese cambio de fortuna podría haber sido importantísimo si no hubiera estallado la Guerra Civil y una vez terminada la contienda mis hijos pequeños no se hubieran negado a seguir siendo esclavos de la academia.